El amor es la propia culpa y también la única redención posible. O en otras palabras, cómo curarse de lo que cura. Aprendí a esperar, porque quien ama espera, necesariamente.
Te esperé, porque te quise querer bien (no existe otro modo) y porque amar es esperar, -no me hubiera permitido ser cobarde-. Más tarde comprendí que en realidad, no hice ningún mérito. Esperarte jamás fue una decisión. En definitiva, que me enseñaste a vivir, para matarme luego. No te lo reprocho. Te lo agradezco, porque ahora comprendo que quien te da la vida también puede arrebatártela.
Es apropiado citar la frase del famoso poeta: «nada me has dado y todo te lo debo».