Darcy a Elizabeth, Orgullo y prejuicio.

«Mis afectos y deseos no han cambiado, pero una palabra suya me silenciará para siempre»

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El gusto, por Antonio García-Trevijano

“El gusto comienza siendo algo natural y espontáneo. La naturalidad del arte ha sido decisiva para recatar, o recluir en lo apartado, determinadas acciones biológicas. Con el gusto comienza a distinguirse la útil herramienta de la inútil obra de arte”.

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La humillación y el egocentrismo rusos. «El sueño de un hombre ridículo», de Dostoievsky

«No fui al oficio de difuntos que celebraban en su casa seguido del banquete. Soy orgulloso y ya que me reciben sólo debido a una necesidad extraordinaria, ¿por qué tengo que dignarme a ir a sus banquetes, aunque sean fúnebres? Lo que no acabo de comprender es por qué me quedé en el cementerio. Me senté sobre un monumento, y sin poder evitarlo, me quedé pensando.

Empecé por la exposición de Moscú y acabé por el asombro, visto en términos generales, como un tema. Con respecto al asombro llegué a las conclusiones siguientes:
“Por supuesto, es estúpido asombrarse por todo, mientras que no asombrarse ante nada queda mucho mejor y por alguna razón está considerado de buen tono. Pero dudo que realmente sea así”.

“En mi opinión, no asombrarse por nada es mucho más estúpido que asombrarse por todo. Es más: no asombrarse ante nada es casi lo mismo que no respetar nada. Además, una persona estúpida tampoco es capaz de respetar”.

-Pero si yo deseo respetar, por encima de todo. Ansío respetar- me dijo un conocido mío un día de éstos.

¡Él ansía respetar! Oh Dios mío, pensé ¡qué te pasaría si te atrevieras a publicarlo ahora! Entonces fue cuando me quedé adormecido. No me gusta leer las inscripciones en las tumbas; siempre son las mismas».

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Humillados y ofendidos, el gran final ruso.

[…]Después del entierro, Natacha y yo estuvimos un rato en el jardín. El día era caluroso y despejado. Los Ikhmeniev saldrían a la semana siguiente de Petersburgo. Natacha fijó en mí una mirada extraña.
-Vania- me dijo-, todo ha sido un sueño, ¿verdad?
-¿Qué es lo que ha sido un sueño?-le pregunté.
-Todo este año último…¿Por qué habré destruido tu felicidad?
Y en sus ojos leí: “¡Tan felices como habríamos podido ser tú y yo viviendo unidos!”.

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Frases reveladoras de A. Porchia, parte II

«Como me hice, no volvería a hacerme. Tal vez volvería a hacerme como me deshago.» Antonio Porchia

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Santayana brillante, como siempre.

«Que soy presumido sería tonto negarlo: ¿qué artista, qué pensador, qué progenitor no sobreestima su propia descendencia? ¿Puedo acaso suprimir el irresistible sentido de ver las cosas con claridad y el acusado deleite de verlas de ese modo? Pienso, con franqueza, que esas actitudes mías están justificadas por los hechos, pero comprendo perfectamente cuán ofensivas deben ser para aquél que piense que no están justificadas, o que tema que sí lo estén.
Dejemos al enojado que trabaje. Sus flechas de ira yerran el tiro. Dirigidas a algún imaginario y funesto pájaro de los cielos, apenas asustan al Poeta, que pasea por el valle. Las oye pasar por encima de su cabeza y enterrar su veneno allá lejos, en la verde hierba”

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De la mediocridad en «Oblómov», por Ivan A. Goncharov

Sintió miedo cuando surgió en su mente la idea viva y clara del destino humano, de su finalidad, cuando la comparó con su propia vida, cuando volvieron a su memoria, unos tras otros, diversos hechos pasados aleteando medrosamente como pájaros asustados, que hubieran despertado de pronto por un rayo de sol.

Sintió tristeza y dolor por su falta de preparación, por haber detenido el desarrollo  de sus fuerzas morales, por su indolencia, que era la causa de todo; le roía la envidia al pensar que otros llevaban una vida plena, y que él, como pesada piedra, yacía tirado en el estrecho y mísero sendero de su existencia.

Despertaba en su tímido espíritu la amarga conciencia de que muchas facetas de su naturaleza seguían dormidas aún, que otras apenas si habían despertado y que ninguna había alcanzado un desarrollo total.

Sin embargo, tenía la dolorosa sensación de que estaba encerrado en él, como en una tumba, un principio noble, luminoso, que tal vez ya estuviera muerto ahora o que yacía, como el oro, en las entrañas de la tierra, esperando, hacía tiempo, convertirse en moneda al uso.

Ese tesoro estaba profunda y pesadamente cubierto por desechos y basuras. Como si alguien hubiera robado y sepultado en su propia alma los tesoros donados por el mundo y la vida. Algo le había impedido lanzarse a la vida y volar por ella, desplegadas las velas de la inteligencia y la voluntad. Un enemigo oculto había frenado con mano de hierro su andadura, arrojándolo muy lejos del directo destino humano.

*Pintura de Anastasia Rurikov Simes

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A veces, la felicidad

[…]Y sin embargo, felicidad, acudes sin ser llamada. Con tu gran mano me enlazas el cuello, y me atraes hacia tu boca con un beso. Felicidad, tienes nombre de poesía. Con tu lengua de fuego abrasas la culpa. Enmudece el mundo cuando acudes. Nada más quiero que tu mano me cubra.

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