¡Tú debes dedicarte a la escritura! He observado a los que han conducido al trabajo forzado. Mira: nada sobrepasa a la escritura: ¡es como un barco sobre el agua!
Lee, pues, al final del libro de Kemyet, esta afirmación: »El escriba, sea cual fuere su oficio en la Residencia, no carecerá de nada». Él cumple los deseos de otro que hasta entonces nunca se había marchado satisfecho. Yo no veo otra profesión que pueda compararse con esa y verificar esta máxima. Voy a hacerte amar los libros más que a tu madre y a desplegar ante ti su excelencia. Es la mayor de las profesiones. Nada en la tierra es comparable con ella. Apenas el escriba empieza a ser experto, ya se le saluda, aunque sea aún niño, y lo envían a ejecutar una tarea; ¡no volverá ya a ponerse un delantal!